En los tiempos y tierras bíblicas, era normal quitarse los zapatos cuando se entraba en una casa. Si no se hacía así, la suciedad de las calles y caminos sin pavimentar ensuciaría la casa. Si los suelos estaban alfombrados, las alfombras podrían quedar arruinadas. Así, quitarse el calzado era señal de consideración y de respeto.
Mucho de este concepto está presente en la orden de Dios a Moisés en Éxodo 3:4-5: “Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es”.
Por tanto a Dios no se le puede mostrar menos respeto, quitarse los zapatos era una señal de sumo respeto.
(Tomado de: Revista La Biblia en las Américas, Nº 1, 1997, Vol.52, Nº 227. Pág. 18)
Por Carlos H. Viana
Mucho de este concepto está presente en la orden de Dios a Moisés en Éxodo 3:4-5: “Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es”.
Por tanto a Dios no se le puede mostrar menos respeto, quitarse los zapatos era una señal de sumo respeto.
(Tomado de: Revista La Biblia en las Américas, Nº 1, 1997, Vol.52, Nº 227. Pág. 18)
Por Carlos H. Viana
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